Por Rym Ayadi (HEC Montreal & Euro-Mediterranean Economists Association) y Raúl Ramos (AQR-IREA, Universitat de Barcelona & IZA)

La tasa de paro en el Medio Oriente y en el Norte de África es la más alta del mundo, afectando especialmente a los jóvenes. Las presiones demográficas están aumentando el número de jóvenes que se incorpora al mercado de trabajo sin que éste pueda absorber estas entradas a un ritmo adecuado.

El gráfico muestra la relación entre las tasas de paro de los jóvenes en relación a los adultos en 2015 en los países de la ribera sur del mediterráneo que forman parte de la Unión para el Mediterráneo. Las líneas representan el número de veces que la tasa de paro juvenil se sitúa por encima de la de los adultos. Con muy pocas excepciones, la tasa de paro juvenil toma valores tres veces superiores a la de los adultos. De hecho, los jóvenes se enfrentan a muchas más dificultades en el acceso al empleo que la población adulta, unas dificultades que se derivan, en parte, de su falta de experiencia durante la transición de la escuela hacía el mundo del trabajo.

Estas elevadas tasas de paro juvenil tienen importantes consecuencias económicas y sociales. Por un lado, las condiciones en el mercado de trabajo tienen un claro impacto sobre las decisiones de emigrar de los jóvenes de estos países que se dirigen tanto a países de la Unión Europea como a otras partes del mundo. Por otro lado, también representan un factor importante de desánimo y, de hecho, la tasa de jóvenes NINI (ni estudian ni trabajan) son también muy elevadas en la región. Un aspecto especialmente preocupante y que es específico de la región es que la educación no parece ser una garantía contra el paro. En países como Egipto, Jordania o Túnez, jóvenes con estudios universitarios tienen dos o tres veces más probabilidad de estar desempleados que los jóvenes con estudios primarios o sin estudios. El principal motivo es la existencia de claros desajustes entre la formación recibida y las demandas de las empresas.

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la OIT.
Los nombres de los países se han indicado utilizando códigos ISO de 3 dígitos.

En cualquier caso, y a pesar de la importancia de todos estos factores relacionados con la oferta de trabajo, la demanda de trabajo es el principal determinante del número y tipo de empleos creados en una economía. De hecho, las condiciones macroeconómicas y el marco institucional de los países de la región son muy poco favorables al desarrollo empresarial y a la creación de empleo. Los efectos negativos de un marco regulatorio muy rígido y el comportamiento especialmente adverso al riesgo de los empleadores perjudican seriamente a los jóvenes. Además, el elevado peso del sector público en términos de empleo y la elevada presencia de la informalidad representan un claro límite a la creación de empleos.

Ahora bien, un aumento de la competencia en el mercado de producto y una mayor inversión en infraestructuras siguiendo una estrategia de especialización inteligente pueden generar más y mejores puestos de trabajo para los jóvenes, especialmente si se combinan con un mayor impulso de la integración regional entre los países del área. En concreto, una mayor integración regional puede favorecer la creación de empleo a través de distintos canales. Es bien sabido que un mejor acceso a los mercados a través de la eliminación de las barreras comerciales crea nuevas oportunidades para las empresas más competitivas que aumentan su demanda de trabajo y contribuyen a crear nuevos empleos en la región. La eliminación de los aranceles sobre las importaciones puede reducir los precios domésticos de manera significativa hasta situarse en los niveles más bajos de la región y, aunque inicialmente, la producción doméstica pueda reducirse, la caída de los precios impulsará de nuevo el consumo y las importaciones por encima de sus niveles iniciales. El mayor tamaño del mercado permite a las grandes empresas explotar mejor las economías de escala reduciendo costes y precios, mientras que a su vez aumenta la variedad de productos disponible para los consumidores locales como consecuencia del comercio intra-regional.

Utilizando un modelo de equilibrio general, Ayadi y coautores han cuantificado el impacto que tendría sobre la creación de empleo juvenil una mayor integración entre los países mediterráneos. En un escenario donde se mantuviese el status quo en relación a la integración regional y los países de la región adoptasen política orientadas a reducir los déficits públicos, mejorar sus balanzas comerciales y actualizar sus infraestructuras, la tasa de paro juvenil se reduciría desde el 25,7% en 2015 al 17,6% en 2040 (lo que representaría la creación de 4,4 millones de empleos). Cuando se compara esta situación con un escenario de mayor integración regional considerando una reducción gradual de las barreras arancelarias y no arancelarias y un proceso de armonización de los países en lo que se refiere a la gobernanza, se generarían 570,000 puestos de trabajo adicionales para los jóvenes. Este impacto positivo se debe a la mejora en la actividad económica pero también a una mayor complementariedad entre capital y trabajo cualificado en los países de la región.

[1] Esta entrada resume parte de los resultados recogidos en el informe de IEMED-EMEA “Youth Employment and Regional Integration in the Euro-Mediterranean Region. Qualitative and Quantitative Economic Analysis on Whether and How Regional Integration Could Lead to Youth Employment “ realizado por Ayadi, R.; Kostas, F.; Paroussos, L.; Panagiotis, K.; Ramos, R.; Sessa, C.; Sessa, E.; Apprioual, A. y Albinaya, R. El texto completo del informe está disponible en:

http://www.iemed.org/recursos-compartits/pdfs/Report%20on%20Youth%20Employment%20Creation%20and%20Regional%20Integration_2017.pdf

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